Una situación a la que me enfrento con cierta frecuencia, y que seguro es compartida por muchos de mis compañeros de profesión, consiste en las distintas respuestas por parte de personas que se acaban de enterar de que soy psicóloga.
Normalmente hay un primer momento de silencio (a veces breve, otras no tanto) donde podría oír las diferentes neuronas de su cerebro comunicándose entre sí hasta que llega a asimilar lo que eso significa. Y, después de eso, viene su reacción, normalmente incluida en uno de estos dos grupos:
El primero de ellos se podría denominar “Psicoanalízame”, ya que existe un creciente interés en que les expliques cómo son, qué piensan, qué sienten y qué deben hacer con su pareja con la que últimamente no están pasando por una buena temporada.
Por otro lado, se encuentran “los desconfiados”, quienes medio cierran los ojos girando levemente su cabeza para mirarte de medio lado y que, sin tener muy claro si puedes leer su mente o no, prefieren callar intentando poner la mente en blanco.
Por supuesto se trata de una caricatura exagerada (aunque en ocasiones no tanto) de las respuestas ante una profesión aún hoy en día bastante desconocida que suscita tanto interés como recelos.
Os tranquilizará saber que no leemos la mente ni adivinamos el futuro, sino que nuestro trabajo se centra en ayudarte en tu desarrollo y crecimiento personal, especialmente en momentos difíciles donde existe un secuestro emocional que afecta de forma significativa.
Comments (2)
Sin duda, soy del primer grupo. 🙂
Eres la mejor sicologa del mundo entero mundial !!!